LA GESTA DE LA MAÑANA (A TRAVES DE MI OJO TACHERO)
Mi querida ciudad:
Tus calles desnudas a las cinco
son como ríos de calma.
La oscuridad aun no vislumbra
las movidas aguas que traerá la mañana.
La Terminal paciente espera
los primeros rayos del alba;
mientras el café calienta mi mano,
afuera los motores anuncian su llegada.
Va arribando la gente
a ocupar sus puestos de avanzada
y pronto rueda por tus calles frías
el calor de la primera oleada.
Tus edificios ya sueltan sus soldados
cual colorida avalancha
y tus avenidas cobran vida
cual nutrido campo de batalla.
Yo voy girando con mi coche,
entre avances y retiradas.
Arremeto y tropiezo en las trincheras
blandiendo el volante cual espada.
Bocinas, luces y gritos...
de ello son testigo tus altas atalayas.
Mientras en los barrios espera la tregua
en el centro estridecen las entrañas.
Pájaros, flores y grillos...
tal vez sí en alguna plaza.
Mas yo seguiré buscando su canto
al son del clarín de la mañana.
Aníbal Sanguineti
martes, 14 de octubre de 2008
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