domingo, 28 de septiembre de 2008

La belleza en una de sus formas más puras: Ennio Morricone conduciendo La Misión (Arena de Verona)

Tan abstracta como luz que baña la mañana, dulce como aroma floral de primavera y suave como la piel de los niños. La música desencadenada en esta sucesión de melodías puede llevarme tan hondo como alto, tan cerca y tan lejos que me pregunto, en la soledad de mi apostasía, si somos nosotros quienes la hacemos o si quizá pudiera ser una manifestación del amor de Dios.

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